“De la forma en que lo entiendo, todos consiguen un milagro.
Como por ejemplo; probablemente nunca seré alcanzado por un relámpago, o ganaré
un Premio Nobel, o me convertiré en dictador de una pequeña nación en las Islas
del Pacífico, o contraeré cáncer terminal de oído, o entraré en combustión
espontánea. Pero si consideras todas las cosas desagradables juntas, al menos
una de ellas probablemente le ocurrirá a cualquiera de nosotros. Podría haber
visto lluvias de ranas. Podría haber puesto mis pies en Marte. Podría haber
sido tragado por una ballena. Podría haberme casado con la reina de Inglaterra
o sobrevivido meses en el océano. Pero mi milagro era diferente. Mi milagro es
este: De entre todas las casas, de todas las subdivisiones de toda florida,
terminé viviendo en la puerta de al lado de Margo Roth Spiegelman.” Jhon Green,
Paper towns
Hoy recuerdo un poco mas de 4 años atrás y algunos meses; llegó el momento mas esperado después de tantas semanas. Nació un niño hermoso, pequeñito y frágil. Recuerdo que no eran tan lindo como lo había imaginado realmente, pero él era la razón de mi vida, mi deseo más grande, el regalo mas esperado y mi verdadera realización. Las cosas no transcurrían de manera normal puesto que a pesar de tan larga
espera, aun no estaba preparada para su llegada. Un día cualquiera en un examen de
rutina, al parecer mi pequeño ya daba indicios de querer venir a conocer el
mundo, por lo que tuve que ser hospitalizada y de manera tal vez muy
providencial, Dios escogió ángeles y los dispuso de tal forma, que todo
en el nacimiento de Pablo tuviera un sentido especial. Él definitivamente se resistía a quedarse en la cunita donde había permanecido 36 semanas, y yo, a pesar
de no ser el tiempo adecuado, deseaba con ansias que llegara pronto. Nació, y cuando lo vi sentí la emoción mas grande que he podido experimentar en toda mi vida. Recuerdo que no lo escuché llorar, pero confiaba tanto en que todo estaría bien y mantuve la calma. Tuvo que permanecer en una cunita con oxígeno, dado que nació con APGAR bajo (es una medida de bienestar fetal), y tuvo que ser estimulado para que pudiera respirar. Aún así, permanecía tranquila, pues en mi práctica diaria eran frecuentes casos así que salían adelante en solo un chance. Pablo nació a las 6:00 am. A las 8:00 am me informaron que persistía con dificultad respiratoria y que debían ingresarlo a cuidados intensivos neonatales (UCIN) para darle apoyo con oxígeno y vigilarlo de manera estricta. Mi esperanza aún no se perdía. A la 1:00 pm Pablo tuvo que ser intubado, ya que sus pulmones estaban fallando. Recuerdo que lloré, me desesperé, grité, porque no podía entender cómo mi hijo, que aparentemente había llevado una vida in útero hasta entonces normal, tuviera que sufrir tanto al salir.
Hasta ese momento solo quedaba esperar, y tratar su caso como una enfermedad de membrana hialina, frecuente en prematuros, aunque nosotros pensáramos que sus pulmoncitos ya estaban maduros. Recuerdo que ese día no pude bajar a visitarlo, porque el dolor de mi corazón, quizá mas fuerte que el de mi herida, no me permitió bajar. Sentía miedo de verlo y enamorarme de nuevo, porque sentía que iba a perderlo en cualquier momento. Toda la ilusión de tenerlo conmigo se iba desvaneciendo.
Otra situación empezaba a surgir. Los riñones también empezaron a fallar. Pablo con ventilación mecánica por la falla respiratoria entró en falla renal. Sus pruebas renales cada vez estaban mas alteradas y los productos de desecho que se supone eliminan nuestros riñones estaban cada vez mas elevados, lo cual se traducía en daño cardíaco si no se lograba corregir a tiempo. Mi esperanza estaba a punto de perderse o tal vez perdida. No entendía nada, es decir, como médico era suficiente entrar a la sala y ver los parámetros del ventilador y verlo a él para entender lo delicado que estaba, pero no podía entender ese ¿porqué a mi? que todos queremos entender. De repente mi mamá me animaba y me hablaba con tal propiedad que nuevamente me dejaba descansar totalmente en Dios y confiar solo en El. Parte de la solución al problema era realizar diálisis, pero no fue posible porque simplemente no funcionó; el catéter se tapó y no se pudo realizar. Yo agonizaba con mi hijo. El día 3 surgió una esperanza. Un medicamento que podría solucionar mientras era posible colocar el catéter de diálisis y que este funcionara. Entonces es cuando nuevamente te das cuenta que Dios siempre envía ángeles y todo en la vida sucede por alguna razón. Recordé ese personaje que todos tenemos, el novio de la amiga de una amiga? bueno, ese! Ese Novio de la amiga de una amiga era dueño de una cadena de farmacias. Lo llamamos. En primera instancia me dijo: No tengo, está agotada. Sentí morir. Era mi última esperanza. De repente suena el teléfono de nuevo y era él: Tenía una sola. La última que le había quedado.
Hasta ese momento solo quedaba esperar, y tratar su caso como una enfermedad de membrana hialina, frecuente en prematuros, aunque nosotros pensáramos que sus pulmoncitos ya estaban maduros. Recuerdo que ese día no pude bajar a visitarlo, porque el dolor de mi corazón, quizá mas fuerte que el de mi herida, no me permitió bajar. Sentía miedo de verlo y enamorarme de nuevo, porque sentía que iba a perderlo en cualquier momento. Toda la ilusión de tenerlo conmigo se iba desvaneciendo.
Otra situación empezaba a surgir. Los riñones también empezaron a fallar. Pablo con ventilación mecánica por la falla respiratoria entró en falla renal. Sus pruebas renales cada vez estaban mas alteradas y los productos de desecho que se supone eliminan nuestros riñones estaban cada vez mas elevados, lo cual se traducía en daño cardíaco si no se lograba corregir a tiempo. Mi esperanza estaba a punto de perderse o tal vez perdida. No entendía nada, es decir, como médico era suficiente entrar a la sala y ver los parámetros del ventilador y verlo a él para entender lo delicado que estaba, pero no podía entender ese ¿porqué a mi? que todos queremos entender. De repente mi mamá me animaba y me hablaba con tal propiedad que nuevamente me dejaba descansar totalmente en Dios y confiar solo en El. Parte de la solución al problema era realizar diálisis, pero no fue posible porque simplemente no funcionó; el catéter se tapó y no se pudo realizar. Yo agonizaba con mi hijo. El día 3 surgió una esperanza. Un medicamento que podría solucionar mientras era posible colocar el catéter de diálisis y que este funcionara. Entonces es cuando nuevamente te das cuenta que Dios siempre envía ángeles y todo en la vida sucede por alguna razón. Recordé ese personaje que todos tenemos, el novio de la amiga de una amiga? bueno, ese! Ese Novio de la amiga de una amiga era dueño de una cadena de farmacias. Lo llamamos. En primera instancia me dijo: No tengo, está agotada. Sentí morir. Era mi última esperanza. De repente suena el teléfono de nuevo y era él: Tenía una sola. La última que le había quedado.
Una vez instaurado el tratamiento solo nos quedaba esperar. Iba todos los días a la clínica, en la mañana y en la tarde, y me volvía un mar de lágrimas al entrar y ponerme en frente de su cunita. Verlo tan delicado, completamente edematizado (hinchado por la retención de líquidos), invadido completamente. Recuerdo que no sabiendo que más hacer empecé a cantarle. Le cantaba canciones al Espiritu Santo. Le cantaba a Dios para sentir que me escuchaba. Esas fueron sus primeras canciones de cuna.
Un día vimos por fin una luz de esperanza. Los riñones de Pablo empezaron a funcionar y sus pruebas renales empezaron a normalizarse. Sentí una explosión en mi corazón, sin embargo no dejaba de pensar en todas las secuelas que se originaron de todo este evento y me atemorizaba muchísimo pensar en que quizá sería un niño con muchas dificultades, incluso que no pudiera caminar, ni tuviera un desarrollo neurológico normal.
Una vez superada la falla renal entonces esperamos que los pulmones funcionaran, pero nada. Cada día que llegaba y me ponía de pie frente a su cunita, no veía mejoría, a pesar de que estaba completamente segura que estaba bajo el mejor tratamiento que podía recibir y que todos los esfuerzos del personal médico, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas y nutricionistas de la UCI estaban en su máxima potencia. Esa fue una de las muestras mas grandes del amor de Dios a través de mis compañeros de trabajo. A pesar de que yo había planeado tener a mi hijo en otra clínica, con otro personal, Dios lo llevó allí, donde debía estar. Y esta gente maravillosa fue clave en este milagro, además de ser testigos.
Un día vimos por fin una luz de esperanza. Los riñones de Pablo empezaron a funcionar y sus pruebas renales empezaron a normalizarse. Sentí una explosión en mi corazón, sin embargo no dejaba de pensar en todas las secuelas que se originaron de todo este evento y me atemorizaba muchísimo pensar en que quizá sería un niño con muchas dificultades, incluso que no pudiera caminar, ni tuviera un desarrollo neurológico normal.
Una vez superada la falla renal entonces esperamos que los pulmones funcionaran, pero nada. Cada día que llegaba y me ponía de pie frente a su cunita, no veía mejoría, a pesar de que estaba completamente segura que estaba bajo el mejor tratamiento que podía recibir y que todos los esfuerzos del personal médico, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas y nutricionistas de la UCI estaban en su máxima potencia. Esa fue una de las muestras mas grandes del amor de Dios a través de mis compañeros de trabajo. A pesar de que yo había planeado tener a mi hijo en otra clínica, con otro personal, Dios lo llevó allí, donde debía estar. Y esta gente maravillosa fue clave en este milagro, además de ser testigos.
Pablo no mejoraba y cada vez dependía mas del oxigeno y del ventilador.
Me aferré con toda las fuerzas de mi vida al único ser que es dueño de todo, y que como buen padre, tiene un corazón gigante: Dios. Viví experiencias espirituales que me llenaban de fé y esperanza. Sin embargo Pablo no mejoraba. Un día entró en paro respiratorio. Tuvieron que reanimarlo de manera prolongada, lo cual no era alentador para su futuro neurológico y su desarrollo. Pero así como cuando está mas oscuro, va a amanecer, así Pablo empezó a mejorar. El día 12 de estancia en UCIN lo desconectaron del ventilador. Respondió bien y fue mejorando muy lentamente, delicado aun, con posibilidades de recaer, pero salió adelante. El 24 de marzo de 2011, 12 días después de haber nacido, para mi corazón, Pablo volvió a nacer.
Durante la estancia de Pablo en UCIN, viví una de las experiencias mas amargas de mi vida, pero a su vez una de las mas enriquecedoras. Estuve sentada al lado de padres que perdieron a sus hijos, padres de niños con enfermedades graves, con secuelas delicadas, padres que en medio de dificultades económicas recibían niños que ameritaban tratamientos costosos que no tenían como costear. Me di cuenta que a pesar de mi rebeldía Dios siempre ubica las cosas de acuerdo a su voluntad y por una razón que muchas veces solo Él conoce. Aprendí que la voluntad de Dios no es la muerte, es la vida. Aprendí a sentir el dolor ajeno. Aprendí que Dios no nos da mas de lo que no somos capaces de llevar.
El día 17 de estancia en UCIN pude tener a Pablo por primera vez en mis brazos. Me daba miedo. Terror. Me sentía incapaz. Lo veía tan frágil y pequeñito. Valoré lo que era cargar por primera vez. Muchas madres tienen la oportunidad de cargar a sus hijos recien nacen; Yo tuve que esperar 17 días, sin saber si lo lograría.
El día 19 de estancia hospitalaria, Pablo es dado de alta.
Cuando llegó a casa, montamos una UCI en el cuarto. Las restricciones eran exageradas para cualquiera. Pablo se ahogaba con el tetero porque aún tenia rezagos de la mala respiración, su pechito se hundía muchísimo y daba miedo verlo respirar. Viví mucho tiempo angustiada pensando en cómo seria su desarrollo. Vivía, como médico, con la incertidumbre de su neurodesarrollo, y como mamá y creyente, sentía en mi corazón la seguridad de que Dios lo había salvado porque tenía un propósito muy especial en su vida. (Siguiente historia)
Cuando llegó a casa, montamos una UCI en el cuarto. Las restricciones eran exageradas para cualquiera. Pablo se ahogaba con el tetero porque aún tenia rezagos de la mala respiración, su pechito se hundía muchísimo y daba miedo verlo respirar. Viví mucho tiempo angustiada pensando en cómo seria su desarrollo. Vivía, como médico, con la incertidumbre de su neurodesarrollo, y como mamá y creyente, sentía en mi corazón la seguridad de que Dios lo había salvado porque tenía un propósito muy especial en su vida. (Siguiente historia)
Pablo vivió 14 días con pronóstico reservado, sin embargo, Dios no se reservó el milagro y hoy en día veo un milagro que crece y crece, y forma parte de lo que he llamado un "milagro bomba", un milagro en expansión, un milagro que le ha dado sentido y a la vez un giro a mi vida. Veo un milagro que no acaba. Un milagro que me ha hecho entender muchas cosas que antes no entendía. De ese milagro nos quedaron dos cicatrices en su barriguita, que yo me atreví a llamar Jesus y Maria, para que nunca olvidemos que Dios siempre estuvo ahí a nuestro lado.
Hoy en día se, que todo era necesario, los sufrimientos incluso, para que se gestara el gran Milagro de la vida, y si yo creía que el milagro era solo haber salvado a mi hijo, estaba totalmente equivocada.
¿Cual es tu milagro?
Hoy en día se, que todo era necesario, los sufrimientos incluso, para que se gestara el gran Milagro de la vida, y si yo creía que el milagro era solo haber salvado a mi hijo, estaba totalmente equivocada.
¿Cual es tu milagro?