viernes, 11 de diciembre de 2015

Me enamoré...

Me enamoré...

Me enamoré de la dulzura y la pasión.
Me enamoré del mar y de la arena
me enamoré de las estrellas, de la luna llena
del sol, del canto y el color.

Amé mis noches mas tristes
pero también amé los arco iris
amé todo
y en medio de la nada
supe que así a Dios amaba.

y es que El lo resume todo
El hizo todo cuanto yo amé
el hizo las plantas que dan café
incluso ese olor que yo adoro.

Me enamoré de las flores
de todo lo pequeño
Me enamoré de la vida y lo que hago
de los paisajes, de la brisa
y fui feliz porque El también me amaba.

Amé lo bueno y lo malo
lo triste y oscuro
lo hermoso y lo claro
porque ya no era sensato
un corazón apagado
por el odio y el rencor
de quien nunca ha conocido el amor.

Entonces me amé toda
en medio de mi pequeñez
me amé imperfecta y me amé frágil
como fuerte y valiente pude llegar a ser


Y es que cuando uno ama 
el corazón se repone,
se llena y estalla
de mariposas y confetis
color y aroma se esparce
y el universo cambia.


viernes, 4 de diciembre de 2015

De mi amor inmaduro por la poesía... Un amor que empieza a crecer.

Un día empecé a amar tanto la poesía como amaba la música, el café y la lluvia. Y eso me hizo feliz.
Hoy leyendo cositas de Borges me encontré con esto:

"Una persona lee una poesía, y si es digno de ella, la recibe y la agradece, y siente emoción"

Al cabo de unos segundos me estaban haciendo un regalo especial, el cual me llenó de emoción y agradecí enormemente... Entonces me di cuenta que era digna de ella... La poesía... Y la amé... Aún más.

REGLAS DEL JUEGO PARA LOS HOMBRES QUE QUIEREN AMAR A MUJERES

(Gioconda Belli)



I

El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer la que anida en mí,
la golondrina
transparente de la ternura.

II

El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
con que yo estaré al lado suyo.

III

El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.

IV

El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.

V

El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca para descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.

VI

El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.

VII

Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si necesario.

VIII

El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.

IX

El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del
enamoramiento
en una plaza pública llena de multitudes
Podra gritar —te quiero—
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.

X

El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron
separados
como seres de distinta estatura

XI

El amor de mi hombre
no querrá rotularme o etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

De esas conversaciones que uno a veces tiene...

-Que linda estás!!
-En serio?
-Si, eres hermosa!
-Que triste :(
-Estas loca?
-No. Realmente ahora estoy mas cuerda que nunca. Yo quiero ser más que hermosa. Y es que ser linda no me sirve para nada. Yo no quiero ser sólo eso, quiero llenar tu vida, ser complemento, hablar, discutir, ser alguien que piensa y pensar contigo, filosofar sobre la vida. Ser bonita no significa nada para mi y mucho menos para ti. Me limita. O es que acaso soy solo eso? Yo quiero ser mas que una cara, un cuerpo o una foto. Quiero ser arte, quiero ser música y también ciencia. Ser bonita no lo es todo y eso me lo dicen hasta en la calle, y tu... Yo de ti quiero mas que cualquier cosa que pueda encontrar en la calle. Así que por favor, no vuelvas a decirme eso a menos que quieras que deje de amarte.

martes, 1 de diciembre de 2015

Para ti que llegaste cuando no buscaba nada

Una nota (por ahí del 2007) fresca como yo, así como salió, sin filtro... 
A decir verdad, llegaste precisamente de la forma en que me encantan los encuentros: sutiles, desprevenidos, casuales y espontáneos. Soy de ese tipo de mujer que huye cuando nota intenciones de seducción, ¿qué vamos a hacer? Así soy yo, y no es normal, pero no me gusta sentir presiones de ningún tipo, incluso en las relaciones sociales. Detesto los cumplidos de buenas a primeras porque me generan desconfianza y cualquier tipo de conquista demasiado obvia me resulta incómoda. Me considero absolutamente demisexual (es mi nueva palabra, que descubrí hace poco y con la cual me siento plenamente identificada), por lo que de entrada necesito generar una conexión emocional muy fuerte para poder sentir atracción, es decir, necesito tiempo y charla, pero no es posible conquistarme con parlita barata. 
Cuando llegaste no existía ninguna razón de fundamento para que tú, un tipo serio y enfocado cruzara letras con una loca histérica como yo. No había razones para que yo te hablara, porque sencillamente no le gasto tiempo a mucha gente; sin embargo así son las cosas de la vida y algo en ti  resultaba entretenido para mí. No eras un tipo corriente, por lo menos yo te veía así. Todo empezó con conversaciones esporádicas, que nos fueron acercando en medio de la distancia. De repente un día te pensé y mágicamente apareciste detrás de mí pantalla como si te hubiera llamado en voz alta. Estabas aquí y nos vimos. De lejitos y sin protocolos. Casual, como todo lo mío. No me gustan las citas y esta no era una de ellas. Debo confesar que ese día no pude dejar de mirarte y escucharte. Algo dentro de mí se movió, aunque yo tratara de engañar a mi mente diciéndole que todo se debía a una simple admiración. Desde ese día me dediqué a callar esa voz que viene del hipotálamo que te dice: "ámalo".
Prometimos hablar más seguido y conocernos, y tú prometiste regresar. Puedo jurar que yo no buscaba nada en nadie. Había decidido tomarme un tiempo a solas, y créeme, tú llegaste cuando yo aún estaba enamorada de ese tiempo. No deseaba estar con alguien, tener algún vínculo o enredarme la vida en una nueva relación, pero aun así empecé a seguirte la corriente y eso me gustaba; ya tú me gustabas, era evidente y mi cabeza lo asumió con naturalidad. No esperaba darle nombre a esto pues creo que todo toma tiempo, así que confié porque te sentí sincero, con un interés especialmente único en conocer a la persona que estaba detrás de una conversación, sin deseos ni exigencias. Te creí con ganas de explorar y encontrar alguien con quien compartir. Yo, en medio de mis traumas y mi razón no pude evitar psicoanalizarte y por algún par de cosas que dejaste escapar y algo de tu historia pensé que debía parar y empezar a reprimir. Pero de eso ya estaba cansada. Yo quería ser libre, sentir de manera libre y de alguna forma creía que eras el indicado para hacerlo. Con tranquilidad y sin afanes yo intentaba ser tu amiga muy a pesar de lo que me hacías sentir; trataba de no involucrarme, pero contigo era imposible. Ver un mensaje en mi pantallita me generaba arritmias de todo tipo y las veces que escuché tu voz sentí que mi circulación cerebral se detenía. Me encantaba sentirte tan presente en mi día completo. Despertarme y encontrar un "buenos días linda!" o preguntas tan sencillas como "¿qué desayunaste?". Quedarme dormida en medio de una conversación contigo era algo extraordinario. Sin embargo, yo quería ir despacio a pesar de toda la explosión de sentimientos que se asomaban por la ventana. Un día ya no pude resistirme y empecé a darle rienda suelta a mis emociones. Bloqueé cualquier razonamiento que me impidiera sentir con tranquilidad. Empecé a extrañarte y a hacerte parte de mi vida. Hablábamos de todo un poco y en algún momento las cosas subieron de tono porque tú empezaste a ser más directo. Me extrañabas, me pensabas, tenías ganas de verme y yo también. Empecé a sentir que iba de la mano de alguien con quien nada malo iba a ocurrir...
¿Qué pasó? no sé. Un día te fuiste, así como llegaste: de la nada y en silencio. Yo odio la forma en que te fuiste porque odio los silencios, pero a veces los silencios lo dicen todo. Supongo que tenemos derecho a cambiar de opinión, de gustos, o de parecer. Tenemos derecho a equivocarnos, y ese mismo derecho que hiciste efectivo para alejarte lo tengo yo para justificar mi confusión. Confundí todo y al final todo se fue a la mierda. Me estrellé, y de la forma más pendeja. Dolió, y si hoy en día soy más fuerte y me repongo rápido y sin drama, debo confesar que dolió y mucho. No puedo pretender una explicación porque simplemente hay cosas que no tienen explicación o tal vez la explicación duela más, y en ese caso agradezco tu consideración. Nunca tuvimos nada en común, ahora tenemos en común el recuerdo de una experiencia sin importancia. Nunca nos dijimos te quiero... pero yo ya empezaba a hacerlo... Ahora solo te veo y finjo que nada pasó y que nada me importa. Y ya, solo eso.